viernes, 22 de agosto de 2008

Por una infancia asegurada

“Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.” (Declaración Universal de los Derechos Humanos.)

La próxima vez que le ponga azúcar al café, piense en Prevot, un haitiano a quien le pro
metieron un buen trabajo en otro país caribeño, pero, en cambio, lo vendieron por 8 dólares.
Prevot comparte la suerte de miles de esclavos compatriotas suyos: durante seis o siete meses se les obliga a cortar caña de azúcar por muy poco dinero o ninguno, mientras viven apiñados en deplorables condiciones sanitarias. Los despojan de sus pertenencias y a cambio reciben machetes. Para comer, tienen que trabajar, y si intentan escapar, pueden golpearlos.

Piense en el caso de Lin-Lin, una joven del sudeste asiático. Ella tenía 13 años cuando murió su madre. Una agencia de empleos le prometió un buen trabajo y la compró a su padre por 480 dólares, diciendo que era “un anticipo de su sueldo”, un método eficaz para mantenerla atada de por vida a sus nuevos propietarios. En lugar de darle un trabajo decente, la llevaron a un burdel. Allí, los clientes pagan al dueño 4 dólares por cada hora que pasan con ella. Lin-Lin es prácticamente una prisionera, pues no puede irse hasta que salde su deuda, que incluye el precio que el dueño del burdel pagó por ella, además de intereses y otros gastos. Si no accede a los deseos de su propietario, este puede golpearla o torturarla. Peor aún, puede asesinarla si trata de escapar. *

Luchemos por todos los medios posibles por defender los derechos de la niñez y erradicar de la faz de la tierra el abuso, la explotación, y el trabajo infantil.

* Estos ejemplos están tomados de la revista Despertad editada por los Testigos de Jehová

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